SEMBLANZA DE DON JACOBO REAL ROMERO
Se ordena de Sacerdote: Málaga, 12 de Agosto de 1.951.
Realiza sus estudios de preparación al sacerdocio en el Seminario de Málaga. Por sus inquietudes sociales, se prepara para la acción.
Desde que se ordena de Sacerdote ocupó los siguientes cargos :
- Colaborador en la Parroquia de Santiago de Málaga
- Párroco de Campanillas, barriada de Málaga.
- Párroco de Churriana, también barriada de Málaga.
- Párroco del Santo Angel, de Málaga capital.
- En esta parroquia permaneció más de treinta años.
Gran preocupación por la educación de la niñez :
CAMPANILLAS :
Campanillas es una barriada de Málaga capital. Una zona con gran población rural muy dispersa. En los tiempos en que fue párroco Don Jacobo, la mayoría de la población era analfabeta y muy distante de la realidad social de la capital. Por esta razón, Don Jacobo, se incorporó a la obra de Escuelas Rurales, que iniciaba el Cardenal Herrera Oria. Consiguió que se construyeran once de éstas Escuelas. Las imprescindibles para que los niños tuvieran cerca un centro educativo.
CHURRIANA:
Otra barriada de Málaga capital, pero con estructura de pueblo.
También faltaban puestos escolares para atender a la población infantil.
Logró la creación de cuatro unidades escolares, dependientes del Patronato Diocesano del Obispado de Málaga. Eran sus escuelas a las que quería con toda su alma.
A ellas dedicó sus mejores momentos.
MÁLAGA:
Su parroquia estaba situada en la zona más deprimida de la ciudad. Chabolas y “corralones” eran las viviendas de la zona. Había que elevar el nivel económico-social-educativo-religioso.
Logró la creación de una “Graduada Escolar”, en la zona llamada “La Isla “, que se convirtió en el hoy llamado Colegio Padre Jacobo.
Para la atención de los niños de las zonas de chabolas y corralones, (El Bulto y Hoyos de las Flores), construyó la Guardería Infantil Santo Angel, con capacidad para 150 niños.
En los locales parroquiales organiza Cursos de P.P.O. (Promoción Obrera), donde muchos se prepararon para la vida laboral aprendiendo un oficio a la vez que recibían cultura general.
La pobreza de las gentes de su parroquia era una llaga hiriente. Sueña con soluciones, inquieta a sus muchos amigos, busca ayuda por todas partes. Un gran grupo de profesores universitarios, de empresarios, de la vida religiosa, todos con inquietudes sociales, se movilizan junto a Jacobo. Hace que todas las autoridades malagueñas (Obispo, Gobernador Civil, Alcalde, etc.) tiendan su mirada a esta zona y a la obra de D. Jacobo. Se comienzan a construir las grandes barriadas de viviendas sociales.
Los más pobres, su gran entrega:
El grupo de amigos se reúne a la sombra del párroco. Le van a dar su ayuda afectiva y efectiva.
Se comienza a publicar una revista llamada “Suburbio”, donde se recogen inquietudes y se reflexiona sobre la triste realidad.
Logra que vengan las Hermanitas de Jesús, que van a residir en una chabola más, y se van a incorporar al trabajo que es frecuente entre aquellas gentes: servicio doméstico, limpieza de oficinas, faenas del pescado, de la pasa, etc. Ellas dan testimonio de su fe y de su compromiso social.
Con las Hijas de la Caridad crea el, Dispensario del Sto. Angel para atender todas las necesidades humanas: se atiende, a los enfermos, sin Seguridad Social, se reparte comida y ropa, se entregan juguetes en Navidad, etc. Toda necesidad es atendida, pero lo principal es que todos encuentran comprensión y cariño. Este Dispensario era una Casa de Acogida para los más abandonados. Hoy, en la paz del Señor, Don Jacobo se habrá encontrado con la bendita mujer Sor Vicenta.
Con las Religiosas de la Fundación Sagrado Corazón, se construye La Casa del Sdo. Corazón, en Calle López Pinto, (el mal llamado Cotolengo). Desde entonces, en la Casa se acogen 50 enfermos crónicos de todas las edades. Incluso en ella se crea una unidad escolar de educación especial. Hoy, Don Jacobo gozará cerca de Dios junto a sus colaboradores Miguel Delgado, Ramón Ramos y Juan Ríos.
Su Despacho Parroquial: nada tenía que ver con lo que su nombre significa. Era un lugar de encuentro con un amigo, con Don “Zacobo”. El, era un padre, un hermano, un amigo para todos. En él se encontraba afecto, comprensión, consuelo y muchas soluciones. Nadie se iba con las manos vacías. Aquel despacho era lugar de encuentro, de reunión, de vida para los más pobres. Allí estaban los gitanos, los de los corralones, los “tontos” del barrio; todos tenían allí un lugar donde no molestaban, nadie los echaba, y donde se les atendía. El humor de Don Jacobo era un ungüento que curaba todas la heridas.
Mención especial merece todo lo gue se refería a su pueblo Gaucín
Disfrutaba en atender a los de su pueblo; eran de su familia.
Su preocupación eran los enfermos que venían a los Hospitales; allí se presentaba él para darles consuelo y la asistencia que necesitaran. Sufría por los que habían muerto. Su casa era la casa de los del pueblo de Gaucín. Quería tener a los de su pueblo junto a sí. Su parroquia era como un barrio de Gaucín, Jacobo como el puente que unía el pueblo con la capital.
Algunas acciones son como una señal de lo dicho anteriormente.
La Imagen del Santo Niño: Consiguió traer a su parroquia una de las tres Imágenes del Niño que había en el pueblo. Allí aún sigue. Entre nosotros permanecerá, mientras el que suscribe tenga fuerzas y vida. Esta Imagen es luz que alumbra a los gaucineños que residen en Málaga.
Reuniones de paisanos: Buscaba cualquier motivo para reunir a los del pueblo. Se rezaba juntos, en la celebración de la Eucaristía, se saludaba a los amigos y paisanos, se daban noticias del pueblo y de sus gentes, se ponía en común cuanto preocupaba y se comunicaban las buenas noticias, pero, sobre todo, se manifestaba el cariño por el pueblo.
Acogida a los más necesitados. Mucho se podría contar en este aspecto, pero sólo dos hechos como muestra. Cuando quedó sin familia directa nuestro querido Juan Moya Llaves, (Juanito “el Tonto”), Jacobo fue al pueblo y se lo trajo a la Casa del Sdo Corazón donde residió hasta su muerte. Lo mismo hizo con José Romero Quiñones, al quedar viudo e incapacitado. Estos paisanos vivieron sus últimos días con el afecto de Jacobo y de las Religiosas de la Casa.
Al terminar esta semblanza, me encuentro insatisfecho. Creo que no he sido capaz de expresar todo lo que fue la rica vida de Don Jacobo. De todas maneras, estoy contento de poder dar fe de cuanto he vivido junto a él. Jacobo fue para mí un hermano más con quien viví unido desde la niñez, fue un hermano mayor que siempre me corrigió, me aconsejó y me animó. Su vida fue siempre para mí, un ejemplo al que admirar , aunque incapaz de ser imitado.
Quiero terminar este relato con palabras parecidas a las que dijo el Sr. Arzobispo Mons. Benabent Escuín, en el funeral: ¡Gracias, Jacobo, por tu vida, por tu amistad y por tu entrega a todos. !
Francisco García Mota.
Deán de la Sta. Iglesia Catedral.